F&S
Después de los primeros 6 barrios indígenas y el Centro de los conquistadores con los que nació la Villa Real en el milenario Valle de Jobél en 1528, entre los siglos XVIII y XIX fueron surgiendo poco a poco los barrios que podríamos llamar de la segunda generación, que son La Merced, Santa Lucía y Guadalupe, mucho tiempo después, San Ramón, como resultado del crecimiento de la Ciudad, en su condición de Centro Rector Regional de la economía, la política y la cultura desde la visión occidental que se trató de imponer como la Forma Única de ver la vida, al sobreponerse a las culturas de los pueblos originarios de América, que durante 2 mil quinientos años antes de la dominación española desarrollaron sociedades de alta civilización, como se demuestra en las ruinas de sus construcciones y en los valores inmateriales e intangibles que apenas estamos reconociendo y comenzando a valorar.
El barrio de Santa Lucía se formó con los descendientes de los Mixtecos de San Antonio y de los Zapotecos de San Diego que iban cambiando su lengua original por el castellano, que es un idioma derivado del Latín y por eso les decían “Latinizados” o “ladinos”, a quienes se les iban sumando los hijos de los antiguos esclavos africanos que obtenían su libertad y los campesinos de Europa que huían de las crisis y las hambrunas de ese entonces. En este último caso, los gobiernos de México promovieron la llegada de europeos ofreciéndoles tierras, el pago de su transporte y otras facilidades para inmigrar a nuestro país y a Chiapas, pretendiendo acelerar así la modernización de nuestras sociedades tradicionales.
Podemos decir entonces que, sobre la base de una identidad sociocultural de raíz fundamentalmente indígena, las y los habitantes más enérgicos y emprendedores del barrio de Santa Lucía _al igual que sucedió con los demás barrios de la ciudad_ fueron haciendo suyos algunos elementos de la modernidad de tipo occidental _basada en el individualismo, el desarrollo material y el consumo de productos industriales_. Su territorio era parte de las tierras comunales de San Diego y eso los comprometía a cumplir con los cargos civiles y religiosos de sus dos barrios principales de origen – San Antonio y San Diego-, lo que también favorecía la permanencia de sus redes de relaciones familiares, como la base principal de su Sentido de Grupo y de Comunalidad. Este sistema de alianzas primordiales son recordadas mediante la visita que realizan los santos patronos de esos dos barrios a su hermana Santa Lucía con motivo de su fiesta.
Otros elementos de su Identidad Popular se pueden apreciar en las buenas prácticas y costumbres de las relaciones entre parientes y vecinos, en la materia prima de las comidas comunes y festivas, en los trabajos y en las artes tradicionales, así como en la ritualidad con la que pasamos de una etapa a otra de la vida, en el cuidado y crecimiento de las hijas e hijos, en el respeto a los antepasados y en las espiritualidades y tradiciones populares, donde juega un papel el gusto por el estallido de la pólvora y la multiplicidad de colores que vienen de conceptos con una historia de miles de años del culto a la Madre Tierra y al espíritu de Cha´ac, la energía del agua, del rayo y del trueno, tal como adquiría un sentimiento especial en el Lago de las Ranas, precisamente atrás del templo de Santa Lucía.
Al reconocer la memoria de nuestro pasado, queremos contribuir a sacar las fortalezas y las razones en las que fundamos nuestra esperanza en un futuro mejor. Ya que la verdadera esperanza nace de nuestro Ser Pueblo y en Colectivo. En este día en que celebramos un año más de existencia, un saludo muy afectuoso para las y los habitantes del barrio populoso y entrañable de Santa Lucía.
FRETERNALMENTE:
Por el colectivo cultural del Barrio de Santa Lucía: Esperancita García Hernández
Por el Grupo Cultural Nueva Jobél: Jesús Manuel Hidalgo Pérez