Carlos Rafael Coutiño Camacho /F&S
*Chiapa y sus costumbres
*COVID
La fiesta y feria de enero, nació con los indios Chiapa, los Parachicos; aunque no se menciona como tal, ahí se tiene referencia de acuerdo a Bernal Díaz del Castillo que se danzaba, hoy se baila un zapateado haciendo un recorrido también por los barrios del pueblo.
Poco a poco se fue dando un cambio en estas tradiciones y se insertó el combate naval y posteriormente los carros alegóricos, estos últimos en realidad no eran tal, pues eran carretas jaladas por bueyes, pero que ya representaban a doña María de Ángulo, que si existió pero que nunca llegó a Chiapa hoy de Corzo.
Desde 1900, vemos Parachicos, Chuntá, carros alegóricos, combate naval, combate de confeti, en el rubro social; en lo religioso está desde luego lo más importante que es la misa, le sigue los rezos, veladas, enramas, rompimientos.
Pero hay más, están los anuncios que son un recorrido por todo el pueblo y que en efecto se ha hecho modificaciones al mismo, por el crecimiento poblacional, se llega a calcular que en los anuncios participan unos 3 mil, mientras que de Parachico se suman unos mil 500 por día o más, según cada cálculo.
¿Qué es lo malo de esta fiesta popular? La respuesta es sencilla, es la forma de desvirtuar todo lo anterior, el enemigo principal es la venta de cerveza a cada 30 metros, eso ha provocado problemas incalculables y un negocio fuerte para las autoridades, el inventar cosas que no corresponde a las auténticas tradiciones.
Por ejemplo en la Chuntá, no son hombres que se visten de mujeres, sino personas (hombres, mujeres adultos y niños) que simulan a los esclavos y/o trabajadores de María de Angulo, hoy quienes son homosexuales visten como si fuera una boda, quinceaños o cualquier evento de gala, lo que denosta y en otros grupos el que se pinten haciendo a un lado, el verdadero sentido de la Chuntá. Dejan de ser los serviles para convertirse en casa las amas de casa de la clase alta, solo por citar algunos errores.
En cuanto a los Parachicos, se permite que se involucre gente que nada tiene que ver, se acomoda el pájaro chogüi, que es ya aberrante, otros más que utilizan el traje para salir a emborracharse.
Referente a los imágenes, es de no entenderse como se va sumando ideas que no son propias ni del pueblo ni de la historia misma, a San Sebastián le han hecho de todo, lo visten, lo cambian, le ponen lo que quieren, le roban incluso el oro que algunos le regalan, se inventó un séquito de personas que se autodenominan custodios, que no cuidan nada, pero que estorban.
Los anuncios se hacen todos con tambor, ahora se pone banda, uno en particular es el anuncio de la comida, este se ha perdido poco a poco, nadie entiende que es y porque salen, el ritmo del carrizo es distinto como del tambor, lo lamentable es que nada se hace para recuperar lo tradicional, hoy esos anuncios se hacen en carros con altoparlantes.
La feria o fiesta de enero, si tiene en un momento dado, un fin; porque aunque es del pueblo y para el pueblo, no todos participan, de acuerdo al INEGI Chiapa tiene 120 mil ciudadanos, pero solo participan en promedio 5 mil, quizá 8 mil en algún momento, pero no representa realmente al total de la población de Chiapa.
VIRUS
Si bien es cierto que el gobierno advierte sobre el incremento de los casos, que hay formas de reducir los riesgos, los biológicos que ayudan a evitar la muerte o por lo menos que sea menos severa la presencia del mismo, el pueblo en realidad no le importa morir o que otros fallezcan por esta causa.
Vale la pena reflexionar jurídicamente si una persona infectada acude a su centro de trabajo o utiliza el transporte público, sabiendo que tiene COVID-19, ¿es motivo de sanción penal? Es decir, si alguien se enferma o muere por ese contagio, podría calificarse como un homicidio, después de todo, por culpa de quien llevó el virus fue que adquirió la COVID.
Solo en este mes de enero, 5 municipios celebran a lo grande sus fiestas patronales, los mercados están llenos, los juegos deportivos igual, plazas comerciales, parques y otros espacios más, entonces si la gente no se cuida, no cree en el virus ni acepta esto, porque no sancionar penalmente a quienes cometen el delito de homicidio “involuntario”.
No es un juego, si se castiga a personas por robo famélico, que es tan simple, ya que se roba para comer, otros lo hacen para llevar medicamentos, ¿por qué entonces no a los imprudentes? Tal como ocurre con los que atropellan y matan bajo el alcohol, aquellos que se disparan al aire en fiestas, etc.
O ¿tiene que tomarse la muerte causada por COVID como eutanasia? ¿Qué no es lo mismo como el contagio del VIH? Es decir si alguien contagia de este virus llega a juicio, luego entonces porque no hacer lo mismo con el COVID.
Falso es cuando el gobierno dice que ómicron no es mortal, que no se logra entender que todo mata, el virus puede ser mortal en todo momento, pero es uno como persona el saber si nuestro cuerpo soportará o no esta enfermedad, no es más que el sistema inmunológico el que nos dirá si seguimos o no con vida.
Matar por COVID parece ser un juego o película donde no importa quien sino cuantos, hoy los medios de comunicación hacen segunda al dar a conocer que es más importante lo cuantitativo que lo cualitativo.
El virus no es culpa del gobierno, sindicatos, maestros, amas de casa, periodistas o cualquier mexicano o americano o mundano; pero si es responsabilidad de todos el evitar no contagiarnos, porque cada quien su vida, lo que sí es responsabilidad es el no contagiar a nadie más, ya lo decía Eduardo Galenao, somos una sociedad del embace, por no decir algo peor.