Mary Jose Díaz / F&S
La Iglesia católica denunció este domingo una cacería humana, contra migrantes que transitan por el estado de Chiapas, mediante el uso desmedido de la fuerza. “Con una gran violencia, indiscriminada e innecesaria han atropellado e intimidado a los hermanos migrantes, de forma especial a las mujeres y a los niños”, denuncia el obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón.
En un comunicado emitido este domingo destaca que la crisis migratoria inició en el 2018, cuando Tapachula empezó a ser punto de reunión de indocumentados en su mayoría haitianos, respondiendo a la voz de fronteras abiertas y trato respetuoso de parte del gobierno federal.
Desde esa fecha, señala que la espera de los migrantes, esperando un documento que les permita el tránsito seguro por el país, ha sido interminable. “No hay dinero que alcance para una espera tan larga. Los migrantes terminaron por gastar todo lo que traían e iniciaron un calvario angustioso de hambre, hacinamiento, drogas, problemas de salud y desesperación en general”, destaca el obispo.
Relata que la iglesia ha sido testigo de los cuatro operativos aplicados recientemente en contra de los migrantes, tres de ellos los considera en despoblado y asegura que fueron mujeres y los niños, que son los más indefensos, son los que sufrieron más.
En este sentido asegura que la iglesia nunca estará de acuerdo con el uso desmedido de la fuerza, con la violencia y los atropellos que se usan para intimidar y detener a los hermanos migrantes.
“Somos conscientes que detrás de estas caravanas hay una infinidad de intereses, instituciones y organizaciones no gubernamentales que han hecho de los migrantes una industria para beneficio personal. Sin embargo, reconoce que en Tapachula, la aglomeración, el hacinamiento, el desempleo, el hambre, la tentación de refugiarse en las drogas, los problemas de salud y el estrés colectivo, fruto de la sobrepoblación, siguen siendo el pan de cada día”.
De tal manera que hace un llamado a todos los miembros de la iglesia a procurar seguir haciendo lo más que podamos para aligerar el peso de la cruz de estos hermanos nuestros golpeados por la pobreza, la violencia y el desamparo y ofrecer en todas las parroquias, alimento y alojamiento para dar a los migrantes un rayo de luz en este tramo oscuro de la historia.