Pascacio Taboada Cortina/ Jorge Martínez Cedillo/F&S
Propuesta de Amlo de sustituir a la OEA; no interesó a los gobiernos de América Latina y el Caribe
· Asistieron 17 Jefes de Estado e igual número de representantes de gobiernos de ambas regiones
· No fueron invitados Estados Unidos, Canadá y Brasil
· Llamó más la atención, el intercambio de expresiones agresivas sobre democracia, sostenidas por presidentes de Paraguay y Venezuela, así como de Uruguay y Cuba
Una auténtica “valentonada” resultó la propuesta del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de “sustituir a la Organización de Estados Americanos (OEA) por un organismo no lacayo de nadie”, según se desprende de sus declaraciones ante la prensa nacional el pasado 24 de julio y vigentes hasta este sábado 18 de septiembre de 2021, durante los trabajos de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, en Palacio Nacional.
Ante la presencia de 17 Jefes de Estado y otro tanto de representantes de gobiernos de ambas regiones –no fueron invitados los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y Brasil—el tema de sustituir a la OEA no fue planteado oficialmente en el pleno de la Cumbre de la CELAC. Sin embargo, se diluyó por el intercambio de impresiones ríspidas entre Mario Abdo Benítez, presidente de Paraguay, y Nicolás Maduro, de Venezuela, así como de Luis Lacalle, de Uruguay, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, sobre asuntos de democracia.
Mario Abdo Benítez “marcó su raya” al afirmar que “mi presencia en esta Cumbre, en ningún sentido ni circunstancia, representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro”. A esto, Maduro respondió a gritos: “Ni del mío para el tuyo”. Luego, lo retó al señalar que “ponga usted la fecha, el lugar y la hora, para un debate sobre democracia en Paraguay, Venezuela o en América Latina”.
En su oportunidad Luis Lacalle, de Uruguay, señaló su preocupación sobre lo que ocurre con el tema de la democracia en América Latina. Precisó que es grave lo que pasa en Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde se dan condiciones de dictadura de los actuales jefes de gobierno.
El Presidente López Obrador, anfitrión de la Cumbre, expresó que “es tiempo de sustituir la política de bloqueos y de malos tratos, por la opción de respetarnos, caminar juntos y asociarnos por el bien de América sin vulnerar nuestras soberanías”. Esto, en una clara defensa del régimen que encabeza Miguel Díaz-Canel, en Cuba, y Nicolás Maduro en Venezuela, por parte de Estados Unidos, cuyo gobierno ha impuesto bloqueos económicos, como respuesta a la imposición de gobiernos antidemocráticos.
Para los buenos entendedores, es evidente que los gobiernos de Estados Unidos y de Cuba, principalmente, y en tiempos recientes los de Venezuela y Nicaragua, están enfrentados por la orientación dictatorial por la que han optado estos países latinoamericanos.
Así, a partir de estos antecedentes, se considera una incongruencia que López Obrador se haya atrevido a solicitar recursos económicos (a través de una carta entregada por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard) al presidente norteamericano Joe Biden, para que apoye la aplicación en naciones de América Latina con problemas de emigración, los programas sociales mexicanos –aun sin resultados palpables—de “Sembrando Vida” y “Construyendo el Futuro”—como alternativa para crear empleos y evitar la salida masiva en busca de trabajo.
Otro tema que exaltó la atención, no digamos de los participantes en la CELAC, sino de muchos mexicanos en el seno de dicha Cumbre, fue el acuerdo para la creación de una Agencia Espacial (¿what?), con el concurso de 20 naciones.
Al respecto, el canciller Marcelo Ebrard fue muy claro al reconocer que, en las áreas de Latinoamérica y el Caribe, el único país que tiene la capacidad de ‘propulsión’, es Brasil, pero este país no forma parte del acuerdo. Muchos asistentes soslayaron que “esto se convirtió en un juego de canicas”.
Hasta poco antes del inicio de los trabajos de la CELAC, todo mundo suponía que, en la agenda de exposiciones, habría un espacio para analizar los problemas de pobreza, de damnificados por fenómenos naturales en América Latina y el Caribe, el posible desarrollo de proyectos conjuntos relacionados con lo económico y bienestar social de los pueblos; con la cooperación sanitaria tan en boga en estos tiempos de pandemia y sobre educación profesional. Para no profundizar en estas grandes necesidades, sólo diremos que, prácticamente todos los migrantes de las regiones en comento, “son aprendices de mucho y oficiales de nada”. Aunque duela, así es.
Otro tema esperado que jamás pasó por las mentes de los oradores, fue el de la migración, el mal trato y el engaño de los gobiernos involucrados en el tránsito de miles de personas pobres que buscan llegar ‘a como dé lugar’, a territorio norteamericano en busca de oportunidades. En estos propósitos, es indudable, están involucrados todos los países de América Latina, el Caribe y pueblos que los acompañan.
Los presidentes y representantes de los países miembros de la ahora CELAC, tuvieron la oportunidad de hacer planteamientos, aunque fueran exagerados dadas las condiciones de “invitados especiales” sobre estos temas, pero ninguno se atrevió a denunciar la violación de los derechos humanos, del trato de esclavos que se da a los migrantes en el sur de México y en los diferentes pasos de la frontera con Estados Unidos. Solamente los diferentes medios de comunicación, dan fe de estas violaciones flagrantes, que todos vemos por televisión, escuchamos por radio y leemos en los diarios, mientras los jefes de Estado disfrutaron de exquisitos platillos de la comida mexicana, de banquetes y vinos generosos. Amén…