F&S
En la reorganización del valle de Jobel de hace cinco siglos, cada uno de los barrios funcionaba como un PUEBLO, con su territorio y los bienes naturales necesarios para su sobrevivencia, bienes administrados por sus autoridades, que eran elegidas y controladas por sus habitantes.
A los descendientes de las ciudades Mayas Tsotsiles de Ecatepec -en el Sur del valle- y de Moxvikíl -en el Norte- con sus Comunidades de Pueblos Originarios, se sumaron los Mexicanos y Tlaxcaltecas, así como los tsotsiles y tseltales de La Merced (1528), lo mismo que los Mixtecos de San Antonio y los Zapotecos de San Diego.
Los tsotsiles, tseltales y choles de El Cerrillo se incorporaron a partir de 1556, quienes –al igual que La Merced y San Antonio- recibieron a los africanos conforme iban logrando su libertad. Desde El Cerrillo, los descendientes de nuestros antepasados africanos emparentaban con mayor facilidad con Cuxtitali, el Pueblo Milenario del Norte, herederos de Moxvikíl.
Los Zapotecos de San Diego y los Mixtecos de San Antonio fueron traídos en 1537, después de haber participado en la construcción de la ciudad de Oaxaca, por eso continuaron siendo principalmente albañiles, además de recolectores -de animales, frutas y pastizales- y cultivadores del campo. A San Diego le asignaron las tierras junto al Río Fogótico, en el límite con las comunidades Corral de Piedra y La Albarrada.
El barrio de Santa Lucía nació después, con los miembros de San Diego y de San Antonio que preferían abandonar el Régimen Comunal y acercarse un poco más al centro de la ciudad, motivados por las oleadas de individualización, mestizaje y blanqueamiento de población que promovía el racismo colonial, acelerado durante la segunda mitad del siglo XIX, que los teóricos llaman la Segunda Modernidad.
En el barrio de San Diego siguen teniendo mucha presencia los componentes de identidad y cultura de los Pueblos Originarios milenarios -al igual que en otros barrios de la ciudad-, como lo podemos observar en su sentido de responsabilidad social de tipo comunitario, en la ritualidad con la que pasan de un ciclo a otro de vida y en la base de su alimentación, entre otros. Rasgos culturales que se manifiestan de manera especial en la celebración de la fiesta patronal.
La gran espiritualidad del fervor y la confianza en San Diego de Alcalá son también prolongación cristianizada del San Cristóbal Profundo, tal como vemos en los rituales públicos y de las casas particulares, como durante el recorrido ceremonial en el territorio antiguo del barrio, realizado la tarde y noche del 3 de noviembre, con la compañía de la imagen del Santo Patrono
Para investigar de manera colectiva y hacernos más conscientes de la enorme potencia del sentido de comunalidad que permanece en los tejidos sociales entre familias y vecindades, invitamos a fomentar los diálogos acerca de la memoria barrial, así como a observar las fotografías antiguas y documentos con curiosidad y con preguntas a responder, para que contribuyan a dar voz y rostro propio a las identidades y culturas populares que permanecen ocultadas por sus combinaciones dominantes con las oleadas de la vida moderna.
Esta Investigación y Acción Popular (IyAP) comienza en el interior de cada uno de nosotros mismos y de nuestras familias, al disponernos a rescatar la Memoria de nuestras vidas, para continuar con otras actividades, como la Exposición de fotografías antiguas que se encuentra instalada en el Kiosko y en el atrio del templo. Por ello, también se invita a realizar copias de sus fotografías y documentos para compartirlas con La Junta Mayor de Festejos.
O bien, a través del Ciber que está a un lado de donde era la tienda del ISSSTE-, o al correo electrónico coloquioconcronistas@gmail.com
Con un fraternal y cariñoso saludo para las y los celebrantes del barrio de San Diego de Alcalá.
Por La Junta Mayor de Festejos: Profr. Jesús Farrera Trejo y Por el Grupo Cultural Nueva Jobel: Jesús Manuel Hidalgo Pérez.
