Susana Solís Esquinca
Durante más de 20 años Oxchuc ha sido un campo de batalla entre dos o tres grupos que cada trienio buscan el poder municipal y que han afectado e incluso impedido renovar sus autoridades de manera pacífica.
El 23 y 26 de febrero se llevará a cabo un proceso electoral híbrido bajo el sistema normativo interno; la primera fecha será mediante urnas para elegir al titular de la presidencia municipal y la segunda será a mano alzada para sindicatura y regidurías.
Los comicios serán fuertemente resguardados por las Fuerzas de Reacción Inmediata Pakal para evitar confrontación.
Si todo sale bien, será un hecho histórico.
La mediación el punto clave
Pero para llegar a estos acuerdos entre los grupos en pugna, uno de los personajes clave ha sido la secretaria general de Gobierno, Patricia Conde Ruíz, quien desde noviembre pasado comenzó a tejer los primeros acercamientos que se intensificaron una vez llegada esta administración.
Encuentros de casi doce horas con cada uno de los grupos hasta lograr reunirlos y firmar acuerdos se dice fácil pero fue prácticamente sesiones maratónicas donde se reprocharon los agravios, se escucharon los reclamos de uno y otro, salieron a relucir los mutuos asesinatos, el dolor, la sed de venganza, para finalmente coincidir que ya es hora de darle la vuelta a la página para arribar a la paz.
Conde Ruíz logró lo que durante más de dos décadas ninguna autoridad pudo: reunirlos para acordar.
Una de las cualidades determinante de la secretaria de gobierno es su propia personalidad, su indiscutible sencillez, su claridad y su lealtad a la nueva era, cuya instrucción es dejar de administrar los problemas y por el contrario, resolverlos.
Es evidente que el trabajo político mediante la mediación no concluirá con el proceso electoral, sino que se prolongará para la aceptación de resultados y garantizar la convivencia pacífica en Oxchuc.
Se colocan los “Claudistas”
A partir de que el expresidente López Obrador destapó oficialmente a las “corcholatas” aquel 5 de junio de 2023 cuando cenó con los aspirante en el restaurante El Mayor del Centro Histórico de la Ciudad de México, uno de los primeros grupos políticos que se decantaron por la entonces Jefa de Gobierno de la capital del país, Claudia Sheinbaum, fue el entonces alcalde de Tuxtla Gutiérrez, Carlos Morales Vázquez y el exsecretario de Movilidad, Aquiles Espinoza, quienes tuvieron que enfrentar una ruda andanada de presiones por desafiar la orden de apoyar a Adán Augusto López, cuñado del entonces gobernador Rutilio Escandón.
Pero fue Carlos Morales que no vio lo duro sino lo tupido cuando incluso lo quisieron presionar mediante el entonces titular de la Auditoría Superior del Estado, Uriel Estrada Martínez, hoy cobijado con una diputación local, y obligarlo a cambiar de corcholata para complacer al cuñado en el poder. Morales Vázquez literalmente se la rifó y no cedió a amenazas y chantajes no obstante la inmoral y grosera cargada que se materializó en miles de espectaculares diseminados en todo Chiapas a favor de Adán.
Su olfato político no le fallo al exalcalde, ganó su corcholata a quien promovió con lealtad y en correspondencia tuvo su recompensa al grado que lo dejaron elegir la dependencia federal que deseaba dirigir. Hoy está al frente de Comisión Nacional Forestal -CONAFOR- donde se dice contento por su conocida vocación y compromiso a favor del medio ambiente.
That’s all.